martes, 2 de noviembre de 2010

Cámara Oficial de Vecinos e Inquilinos de Madrid en peligro por falta de recursos

Con la cuota anual de 82 euros de sus 2.500 socios sobrevive aún en un viejo piso del barrio Salamanca la Camara Oficial de Vecinos e Inquilinos de Madrid. La Camara ya ha pedido ayuda al Ministerios de Vivienda, a la Comunidad y al Ayuntamiento de Madrid para seguir con su labor de apoyo a aquellos inquilinos más desfavorecidos que sufren abusos por parte de sus propietarios.

La gente mayor es una pieza deliciosa para los propietarios sin decoro. "Abusan de ellos de forma ilegal e inmoral. Algunos viven aterrorizados por el mobbing inmobiliario", critica la presidenta. La edad, sin embargo, no es el único achaque frente a la avaricia. "Hay mujeres solteras, separadas o viudas con poca cultura, mujeres adultas que no han entrado en el siglo XXI y aún se asustan por estar solas. También jóvenes, universitarios o en paro, que no tienen preparación para enfrentarse a esto".
En ocasiones ha visto cómo alguno de sus clientes se quedaba en la calle, sin nada. "Te sientes muy mal, pero no puedes hacer nada", lamenta Torralba. "En el mundo de los alquileres existen David y Goliat, los inquilinos y los propietarios".

La jefa de la Cámara está segura de cuál es el eslabón débil de la cadena. Después de tantos años en primera línea del frente sigue sin aceptar el orden inmobiliario, donde unos se quedan sin techo mientras otros dejan vacíos, sin alquilar, sus valiosos pisos. "Aquí al lado, en la calle de Narváez, hay una casa de unos 20 apartamentos donde solo hay cuatro o cinco ocupados. El agua se cuela por la terraza y llega al primer piso, y el propietario de toda la finca, encima, nos viene con reclamaciones de unos euros por un alquiler", ejemplifica Torralba.

La ilustre Cámara Oficial de Vecinos e Inquilinos de Madrid tiene un nombre de abolengo y un piso añoso. Pero su espíritu es joven, reivindicativo: "Entendemos a los okupas", dice su presidenta, "pero ni ellos querrían coger los pisos como los tiene esta gente".


Fuente: El País

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